Tradiciones de San Andres
TRADICIONES. Entre éstas tenemos la Feria Patronal,
la Misa Jurada, que tiene por objeto alejar las epidemias de la población y que
se celebra el día 18 de febrero de cada año, y por último, el baile de la
Chatona que tuvo su origen en este municipio y que se ha generalizado a todo el
departamento.
LA CHATONA. Allá por el año de 1930, llegó a San
Andrés una señorita de. nom bre Petrona, venía acompañada de varios señores,
entre ellos su padre. Habían sali do del Estado mexicano de Campeche para ser
más preciso del municipio de Balancán del Estado mexicano ya indicado, buscando
el municipio de San Andrés, que por aquel entonces era muy famoso por los
trabajos de chiclería y la abundancia de árboles de chicozapote. Se engancharon
con uno de los contratistas del lugar; Pe trona firmó contrato como cocinera, y
así fue como año con año hizo lo mismo, su contrato finalizaba en el mes de
noviem bre, mes en el que se celebra la feria de San Andrés, Petrona y los
mexicanos llegaban al pueblo, lo que constituía mucha alegría, porque todos los
pobladores de la cabecera municipal gritaban ¡Ya vienen los chicleros! Llegado
el día 21 se iniciaba el nove nario en honor al Patrono y después de los rezos
en la Iglesia se iniciaban los bailes amenizados por un conjunto de marimba.
Aquí
era cuando Petrona, ya avanzada en edad, rompía los bailes, tomaba de la mano a
cualquier muchacho o señor y bailaba
con él sin descanso hasta finalizar el baile, la gente la llamaba la Tía Tona.
Pero sucedió que en una feria la Tía Tina no apareció, esta ausencia causó
grandes comentarios en el pueblo, hasta que los chicleros compañeros de ella
contaron que la Tía Tona había muerto a causa de la mordedura de una serpiente
barba amari lla. Este hecho causó gran tristeza en todo el pueblo y los niños
que no podían pro nunciar bien el nombre de la Tía Tona gritaban ¡La chía
Tona!, que con el tiempo se convirtió en la Chatona.
Un
entusiasta vecino del lugar de nom bre Sabino Castillo, queriendo honrar la
memoria de este inolvidable personaje, dispuso construir una gran muñeca, dán
dole hasta donde sus habilidades artísticas se lo permitieron, la forma y el
tamaño correspondiente. Así, don Sabino el pri mer día de la feria se presentó
al atrio de la Iglesia donde la marimba amenizaba la alborada y dijo a los
presentes: ¡Aquí está la Chatona!, ¡Hay que bailarla!. El prime ro en hacerle
frente a este reto de don Sabino fue un joven de apellido Maradia gas “Sota,
caballo y rey de los hombres y chinchín de las mujeres”, de esta manera se
inició el baile de la Chatona, tradición que se ha extendido hasta nuestros
días.
Los
primeros versos que se le cantaron a la chatona son éstos:
Sentate
al frente Chatona,
Coge
tu butaquita Chatona.
Así
también se hace mención de la Chatona en la canción titulada “Cuando vayas al
Petén”, y dice así:
Cuando
vayas al Petén conocerás la Chatona
que
bailando da traspiés
porque
ella es de San Andrés...
LEYENDAS: La más conocida es la de San Simón, una imagen que se
encontra ba en la Iglesia de San Andrés, en un rincón de la misma, y vestido a
la usanza de los chicleros, con pantalón, camisa, polainas, macasinos (zapato
regional), un pañuelo rojo en el cuello, Xalbeque cruza do al hombro, sombrero
de palma y un cigarro puro. Todo ello daba al santo un aspecto grotesco, por lo
que muchas veces causaba risa, por ello a los visitantes y principalmente a los
niños, antes de en trar al templo se les advertía que no de bían de reírse de
San Simón, porque al regresar y cruzar la laguna se desataría un viento tan
fuerte que sería peligroso e imposible de cruzar el lago, por lo que se tenía
que regresar a San Andrés a pedirle perdón a San Simón y así volver a sus hogares.
Otras
leyendas son comunes en todo el departamento, como la del Cat (duende), la
Llorona, el Tzitzimit, etc.
ANÉCDOTAS: Se cuenta de un señor en San Andrés que
no tenía vida con su hijo, por ser éste muy adicto a la bebida le robaba las
gallinas, ganado, marquetas de chicle y todo cuanto estuviera al alcance de su
mano para ir a venderlas y así lograr la compra de sus octavos. El padre, cansa
do de las fechorías de su hijo y no encon trando solución a su problema, dio
orden a los cantineros del pueblo que cuando su hijo se presentara se le diera
el licor que solicitara hasta saciarlo y que él pagaría todo lo consumido. Así
el tunante se pre sentó a una de las cantinas del pueblo y el cantinero le
sirvió sin límite, continuó su visita a otros establecimientos y la aten ción
que le brindaba era cada día más esmerada con la invitación de que volviera
cuantas veces lo deseara. Cansado de tan tas atenciones se dijo para sí mismo,
esto ya no tiene gracia, el guaro no tiene el mismo sabor, ya no me cuesta conseguirlo,
y convencido de que se había perdido esa magia dejó definitivamente de tomar.
hola
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